Sobre cómo rehabilitar la salud de entidades sociales y miembros: Superpoderes y su criptonita, la “idiotización”

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Malus Burrel Raso, secretaria de la Federación Aragonesa de Alzheimer y vocal de Alzheimer Barbastro, presentó esta ponencia en las Jornadas de convivencia y de trabajo bajo el título; SALUD, LEY Y DEMOCRACIA, organizadas por las Asociaciones de Huesca, Barbastro, Fraga, Monzón, Caspe, Teruel y Andorra de Teruel, entidades que conforman nuestra Federación.

4 de octubre de 2024

Sinopsis

Sobre cómo rehabilitar la salud de entidades sociales y miembros: Superpoderes y su criptonita, la “idiotización”.

Desarrollo

Voy a empezar haciendo un guiño al origen de la palabra “idiota”, que está de actualidad.

Su origen se puede rastrear hasta la antigua Grecia y no tenía nada que ver con un insulto y tampoco con la falta de inteligencia.

Un “idiota” era aquel que sólo se preocupaba de lo privado, es decir, de lo suyo, e ignoraba o despreciaba todo lo público. Un “idiota” era aquel que no participaba en asuntos de la comunidad, de lo que es común. La raíz griega “idios” todavía hoy, hace referencia a lo propio en palabras como idiosincrasia o idioma.

Es en este sentido que utilizaré hoy el término cuando haga referencia a “entidades idiotizadas”. Me ayudará a transmitir lo que creo una realidad en nuestras asociaciones, federaciones, plataformas… organizaciones sociales en general, donde percibo un alarmante grado de “idiotización”.

Me centraré en la familia Alzheimer Aragón, que nos interesa más.

Mirad, a mí me gusta pensar que una entidad está formada por lo que yo llamo las tres “P’s”: la parte Profesional, la parte Poblacional y la parte Política.

En la parte Profesional están aquellos que dan servicios: trabajadores, técnicos, asesores, consultores…

En la Poblacional los que reciben los servicios: usuarios, familias, vecinos, comunidad…

Y en la parte Política quienes dirigen: Miembros de Junta, Asamblea de socios…

En nuestra familia de Alzheimer Aragón la parte más débil, a veces doblemente débil, es esta última, la parte Política. Si esta parte política ya es difícil en las Juntas de las asociaciones, como éstas a su vez alimentan a la Junta de Federación, la parte política en Federación sufre doblemente.

Ante este ¡percal! nadie quiere estar y de los que están, todos quisieran salir. Hay que rogar, ¡hasta suplicar para encontrar candidaturas!

Mabel dice: Sin Junta NO HAY Asociación, no existe, HAY QUE CERRAR.

Entonces, cuando se sufre un pobre funcionamiento en las Juntas ¿qué somos? o ¿qué parecemos? ¿una asociación o una empresa privada encubierta?

Sabéis que estas entidades privadas encubiertas existen, que están surgiendo a nuestro alrededor cada vez más y con el objetivo de lograr subvenciones. Nos hacen competencia desleal.

GANAREMOS, si conseguimos que se nos reconozca, que se nos visualice por lo que somos.

GANAMOS, si conseguimos que nuestros cargos no quieran salir corriendo.

Porque, ¡que miedo da firmar un documento! Claro que se necesita alguien que “firme”. Que ponga su firma, ¡hala!, asumiendo responsabilidades. ¡Que cómodo! Pidiendo a las presidencias y demás cargos más allá de la confianza. Documentos tochos, convenios, cuentas, memorias, balances… ¡A FIRMARLO TODO!

¿No sería mejor que, en una copia del documento a firmar por los cargos de las Juntas, el profesional hiciera constar su propia firma? como un “Visto Bueno”. Así, firmamos todas las personas implicadas y se comparten responsabilidades. Podríamos conseguir otro logro y ganaríamos calidad si gestores, asesores, etc. firmaran también sus documentos, pero eso es harina de otro costado…

Es con medidas de este tipo que se alivian presiones y es más fácil sostener los cargos de las entidades.

Otro ejemplo: la importancia de documentar y de recoger los acuerdos en las actas de Junta. Esto protege a las presidencias y protege a la entidad. De no ser así, habría que poner “un ojo” en aquellas personas que quieren quitarle su importancia. Y habría que arbitrar dobles medidas de protección a la presidencia y cargos. “Ojo”. Os podemos contar el montón de actas que hemos tenido que remitir al Juzgado estos días.

Como sabemos a veces hay intereses escondidos que son los que están impidiendo que florezca de forma natural esta participación orgánica.

Fijaros por ejemplo cuando, frente a la estampida provocada por el miedo a la firma y a las responsabilidades, aparece, una marea incipiente de gente interesada en coger cargo en Junta -pero por motivos cuestionables. Cuando estos cargos de responsabilidad caen en manos de quienes se guían por intereses particulares, la entidad pierde salud.

Las luchas que se originan por conseguir el interés particular dan miedito. Ante ellas, el resto de personas demasiadas veces actuamos como “idiotizadas”, tendemos a retraernos de los asuntos de la comunidad. Estas dinámicas son aún peores cuando se dan en federaciones, plataformas… A veces ocurre que hay una asociación o un grupito, que son las que dirigen el cotarro, incluso como si fuera su cortijo, mientras el resto se comporta, o nos comportamos, retraídas y como estómagos agradecidos. Esas asociaciones o personas interesadas, son la punta del iceberg. Las otras asociaciones o personas, bien retraídas y cómplices, son la parte sumergida, la masa que las sostiene. Y luego, están las víctimas: aquellas a las que no se les deja participar en igual medida o se les pone inconvenientes dándoles largas.

¡Qué difícil es organizarse para conseguir una defensa efectiva de los derechos comunes!

¡Qué difícil es compartir ideas cuando se tiene miedo a que te las pisoteen!

¡Pero es que a veces, la idea más valiosa proviene de la persona más asustada! Ganamos si todos participamos, si todos tomamos nuestro lugar. Esta es la base de la democracia.

Estas situaciones son de alta tensión, generan mucho estrés, enfados, adrenalina… La salud emocional, mental, incluso física de TODAS las personas implicadas sufre, se resiente de forma importante, y no olvidemos que también se resiente la salud y la fortaleza de la entidad.

Ante el grado de indiferencia a las necesidades comunes, recordar que “el desconocimiento no exime del cumplimiento del deber”. Y que “el que no acude a la gotera acude a la casa entera”.

Creo que, diciendo estas cosas no ganaré amistades hoy, pero había que decirlas.

Ganaremos si no menospreciamos el poder de la normativa y de la documentación, si lo ponemos en valor. Como si fuéramos un superhéroe, ese es nuestro poder extraordinario, es nuestro superpoder.

Este superpoder: la norma, protege a los órganos de gobierno de nuestras entidades. Los protege para que no mermen sus cualidades principales: sus capacidades de gobernanza, de dirección, de toma de decisión… Nuestro superpoder, la normativa, protege la perdurabilidad de la organización. ¡Que no nos invada el retraimiento, que no nos venza la “idiotización”! La “idiotización” es la criptonita de nuestro superpoder, puede acabar destruyéndolo.

La normativa, nos permite tener la solución antes de que surja el problema y encima, por ser una normativa legítima, ¡la solución que nos aporta ya viene defendiendo unos valores que protegen el bien común!

La normativa es providencial: nos ayuda a saber de antemano, a anticipar, a pronosticar, a prevenir, nos aporta precaución, nos indica medidas a tomar, nos acerca a caminos de solución para hacer frente a un hecho o a sus consecuencias y un largo etc. No me cansaré de decirlo: ¡la normativa es providencial!

Pero como todo superpoder se puede usar para el mal. Cuando la normativa se tuerce, retuerce, se torticea alejándola de su sentido primigenio para defender un interés personal, inmediatamente nos convertimos en el villano de la película. Debemos mantenernos firmes en la bondad intrínseca que hemos insuflado a nuestra normativa.

Ganamos si se mantiene el principio de autoridad sometido a la Ley. Ganamos si preservamos el sentido primigenio de justicia insuflado en la ley.

De la misma manera debemos mantenernos despiertos para no caer en la trampa de la simplificación. Es un poder complejo. La normativa no sólo es el Estatuto, es un entramado compuesto de acuerdos, reglamentos, procedimientos, protocolos, NORMAS SUBSIDIARIAS, etc. Conociendo un poco esto utilizaremos mejor el superpoder.

Tranquilizaros, no hay que estudiar Derecho, pero ganamos si le dedicamos tiempo a entender y paciencia.

Es muy duro ir saliendo de ese retraimiento. Pero aún es más difícil conseguir salir sin actuar con las tripas, superar ese impulso de patio de recreo (lo aprendí de Conchita). Ganaremos si nos metemos en la cabeza que es mejor salir de una manera constructiva, puntada a puntada, construyendo acuerdos, reglamentos, empuñando leyes… Tal como venimos haciendo y evitando caer en la inmediatez de la emoción. Tal como venimos lidiando, construyendo democracia, mostrando elegancia, cerebro, corazón y conciencia.

Colegas, os invito a echar músculo ante la “idiotización”, a no encerrarnos ni retraernos, a no ser vencidos por nuestros intereses personales, a no dejarnos enterrar bajo nuestros asuntos particulares, ni en nuestro pequeño entorno social (nuestro corral que dice Amador).

Compartamos con semejantes, pues nuestros problemas son los mismos. Las penas compartidas son menos penas si se ponen en común ideas, propuestas, soluciones. Así mejorará nuestro estado de salud, tanto el de nuestro organismo como el de nuestros órganos sociales.

Os invito a soñar un mundo mejor. Un mundo de Salud, Ley y Democracia.

Gracias

 

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